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Historia de La Graciosa

Historia de La Graciosa

Desde tiempos inmemoriales, La Graciosa ha sido testigo de la llegada y partida de navegantes y comerciantes, desempeñando un papel crucial en la historia de las Islas Canarias.

Cuando Jean de Bethencourt decidió conquistar la Belle Isle (1402) otros navegantes ya habían fondeado sus naves en estas tranquilas aguas. Dada la posición de esta isla, no es aventurado afirmar, que las primeras expediciones que conocieron Canarias, fondeasen en La Graciosa antes que en ningún otro lugar del Archipiélago.

Un Legado Fenicio y Pirata

Uno de los objetos más importantes del comercio de los fenicios, la potencia naval del Mediterráneo, era la púrpura, que se extraía de la orchilla y La Graciosa era uno de los lugares a donde llegaban desafiando el límite de las columnas de Hércules (actual estrecho de Gibraltar) para recolectar esta planta, que le valió a las islas orientales de Canarias el sobrenombre de "Purpurinas".

Tambien es conocido que los piratas europeos y berberiscos supieron aprovechar durante siglos, la seguridad y refugio que le proporcionaban las playas de La Graciosa durante sus incursiones por Canarias. Tanto es así, que si continua presencia ha inspirado la leyenda acerca de un tesoro que un barco inglés escondió en la playa de Las Conchas, a principios del siglo XIX, tras ser perseguido por un barco pirata.

Un Refugio en Tiempos de Crisis

Más recientemente la Graciosa cumplió con un papel fundamental para la supervivencia del lanzaroteño, sobre todo, tras las dantescas erupciones de Timanafaya, que trajeron la ruina a grandes superficies de cultivo. Hasta la Graciosa, hacían llegar ganado en busca de pastos y una vez allí lo dejaban en libertad hasta la llegada del verano.

También, y hasta hace muy poco, La Graciosa era visitada por los lanzaroteños que venían a buscar crías de pardela, muy apreciadas por su gran reserva proteica en los grandes viajes hacia América, que es donde tiene origen esta tradición y que ha desaparecido de la cocina tradicional, debido a a que la captura de esta especie protegida esta prohibida.

La saludable colonia de conejos importados por los españoles, la barrilla de la que se extraía sosa mediante quema, el cosco del que se obtenía gofio y sobre todo la abundancia de mariscos y pesca, eran los grandes atractivos que ofrecía La Graciosa a los habitantes de Lanzarote.

Un Punto de Disputa Histórica

Esta es la única isla del Archipiélago Chinijo, que pertenece al Cabildo de Lanzarote por decisión de Agustín de Herrera y Rojas, Marqués de Lanzarote (s. XVI), que así lo estableció "para aprovechamiento comunal".

Archipiélago Chinijo
Archipiélago Chinijo

No obstante fueron muchos los intentos que se sucedieron a lo largo de la historia de hacerse con la posesión de la isla, incluido el Gobierno de Estados Unidos que quiso comprarla sin éxitos a mediados del XIX con la intención de usarla como enclave estratégico. Sin embargo, su estatus como parte del término municipal de Teguise desde 1812 ha sido un reflejo de su importancia como patrimonio comunal.

Reconocimiento como la Octava Isla Habitada

El 26 de junio de 2018, la Comisión General de las Comunidades Autónomas del Senado aprobó por unanimidad una moción histórica que otorga a La Graciosa el estatus de la octava isla habitada de Canarias, dejando atrás su consideración como un simple islote. Esta decisión marcó un hito en la historia de la isla y en su reconocimiento como parte integral del archipiélago canario.

Sin embargo, es importante destacar que este reconocimiento no equipara completamente a La Graciosa con el resto de las islas del archipiélago. Aunque ahora cuenta con el estatus de isla pedanía y disfruta de personalidad jurídica, sigue perteneciendo administrativamente al municipio lanzaroteño de Teguise y carece de un cabildo insular propio, un órgano político clave para su equiparación completa con las demás islas del archipiélago.

A pesar de ello, esta medida representa un paso significativo en el reconocimiento de La Graciosa como una entidad local autónoma. La isla cuenta con un presupuesto propio que se destina directamente a la mejora de los servicios públicos necesarios para sus habitantes, fortaleciendo así su identidad y autonomía dentro del marco de Canarias.

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