La Graciosa, más allá de sus playas paradisíacas y su belleza natural, alberga un valioso patrimonio histórico que refleja su rica herencia cultural y su papel en la historia de las Islas Canarias.
En las aguas del Archipiélago Chinijo se encuentran importantes yacimientos arqueológicos submarinos que dan cuenta del tráfico marítimo entre Europa y África en la Antigüedad. En especial, las playas de La Cocina y Francesa en La Graciosa albergan una importante colección de ánforas y otros elementos de la cultura romana. Además, se han encontrado en las aguas de la zona una notable cantidad de piezas de interés arqueológico como platos, cántaros, bacines y cuencos de los siglos XVI al XVIII.
En tierra, la presencia de estructuras tumulares, yacimientos habitacionales y construcciones económicas también forman parte del patrimonio arqueológico del Archipiélago Chinijo. En La Graciosa, por ejemplo, hay un conjunto de estructuras tumulares circulares y elipsoidales en el litoral.
Por último, los depósitos de fósiles marinos cerca de la costa también son un importante patrimonio paleontológico de la zona. Los restos fósiles de aves de gran porte encontrados en las inmediaciones de Orzola son de más de 6 millones de años de antigüedad y pertenecen a un grupo de aves voladoras extinguidas, los Odontopterygiformes, que proporcionan información sobre el origen y evolución de la fauna de Canarias.
El patrimonio cultural etnográfico de la zona incluye una variedad de elementos, como las salinas, las construcciones hidráulicas, las construcciones relacionadas con la pesca, los sistemas de cultivo tradicionales, las viviendas y los caminos. Estos elementos son un reflejo de cómo los habitantes de la zona se han adaptado a un territorio a menudo hostil.
Iglesia de Nuestra Señora del Carmen. Esta iglesia, ubicada en Caleta de Sebo, es un monumento emblemático de La Graciosa. Construida en honor a Nuestra Señora del Carmen, patrona de la isla, esta iglesia es un ejemplo destacado de la arquitectura religiosa tradicional canaria.
Las Salinas de Gusa, aunque estan ubicadas al pie del Risco de Famara, en Lanzarote, se relacionan con La graciosa por su mejor acceso desde esta isla y porque el uso lo hacia los gracioseros. Se trata de las salinas más antiguas de las Islas Canarias y datan de la segunda mitad del siglo XV. Transforman y aprovechan un salar natural, situado debajo del nivel máximo de las mareas, donde se mezcla el agua de las mareas con el agua de las escorrentías del Risco.
Las Salinas de Gusa pertenecen a un modelo de antiguas salinas de barro que requerían una ubicación específica para anegarse de agua en ciertos períodos, lo que permitía que la sal se cristalizara. La obra de mampostería de piedra que las rodea, que regula el acceso del agua, conforma una red que crea un paisaje único y multicolor de cristales de sal. Además de ser un patrimonio cultural, las Salinas de Gusa contribuyen al mantenimiento del patrimonio natural, ya que permiten la existencia de algas microscópicas, vegetación de borde típica de los saladares y avifauna que descansa y se alimenta en las salinas. Las Salinas de El Río, que ya están abandonadas, sobreviven sin intervención humana gracias al trabajo constante de las mareas y son un objeto de protección del Parque Natural del Archipiélago Chinijo debido a su alto valor paisajístico y ecológico.
En cuanto a las construcciones hidráulicas, hay numerosos aljibes, alcojidas y maretas en la zona. Los aljibes, que a menudo están asociados a las viviendas, son construcciones hechas de mampostería de piedra seca y cubiertas por una bóveda, también de piedra, revestidas interiormente con mortero de cal. Son un elemento esencial de la infraestructura de los hogares gracioseros. Las alcojidas son pequeñas áreas de terreno cercadas con muros de piedra seca e impermeabilizadas para contener el agua a modo de pequeña presa. En el centro de La Graciosa, son comunes las maretas, que son estructuras hidráulicas similares a pequeñas charcas y cuyo objetivo es la canalización de las escorrentías para el abastecimiento de los cultivos.
En cuanto a los sistemas tradicionales de cultivo, en La Graciosa, en la zona del Llano de La Mareta, se pueden encontrar muestras de los enarenados artificiales. Estos se utilizaban para contrarrestar la sequía, cubriendo el terreno a cultivar con una capa de picón que favorecía la rápida infiltración del rocío captado durante la noche, con una mínima evaporación, ejerciendo una acción termorreguladora a lo largo del día y favoreciendo actividades agrarias como la siembra y la cava. Los bancales de muros de piedra seca
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